Pensados tanto para
el día a día como para realizar un tramo cronometrado
Hoy por hoy, todo lo que no sea hablar de kilovatios,
enchufes, baterías y tiempos de espera para tener el 100% de la carga empieza a
sonar raro. Pero no hace mucho, los fabricantes se desvivían por ser los
primeros en tener un coche de altas prestaciones. Hablamos de una época dorada
a mediados de los años 80 cuando las principales marcas que participaban en el
mundial de rallies se veían obligadas a sacar una tirada comercial de sus
vehículos de competición para poder participar en el Campeonato del Mundo.
En la retina quedarán vehículos como los Lancia Delta S4, el Audi Sport Quattro S1, el Ford RS200 o el Peugeot 205 T16 por citar algunos de los más representativos. Algo impensable hoy día en el que incluso la electrificación ha entrado a formar parte de los vehículos de competición. Sin embargo, en todo desierto hay siempre un oasis que, en este caso y por suerte para los que aman la gasolina, está por duplicado. Porque quien quiera mantener viva la llama de los coches de rally pensados para la calle tendrá que poner sus miras en los dos protagonistas de estas líneas.
Toyota y MINI se han arriesgado. Han roto por un instante sus cadenas electrificadas para poner sobre el tapete dos alternativas de esas de antaño que trascienden los límites de los hot-hatch urbanos (otra especie en extinción) ya que no solo se centran en sumar caballos a su motor (que también) sino que ofrecen una puesta a punto única, de esas que te sirve más para cronometrarte un tramo por la sierra que para ir a hacer la compra al supermercado… o ir y volver muy rápido, claro. Hablamos del Toyota GR Yaris y del MINI JCW GP.
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¿Necesidad o capricho de Akido Toyoda? Sea como fuere solo
podemos darle las gracias al CEO de la compañía japonesa quien ha logrado que
su departamento deportivo, Toyota Gazoo Racing Team, exprima todo su potencial
para sacar el que probablemente sea el vehículo más emocionante de la última
década. Para que te hagas una idea, aunque se llame Yaris con el utilitario
comparte poco más que el nombre. De hecho, su base es una mezcla de la
plataforma GA-C del Corolla y la GA-B del propio Yaris. Solo se comercializa
con carrocería de tres puertas y tiene una cota de anchura de 1,81 metros, es
decir, 6 cm más que el utilitario.
Exclusivo también es el interior que cuenta con un volante
desarrollado únicamente para él, un pomo del cambio manual situada en una
posición elevada, pedales de aluminio o unos asientos envolventes deportivos
que te trasladan al mundo de la competición. Al ser un tres puertas y estar
pensado para disfrutar, hablar de las plazas traseras o de los 174 litros de
maletero sería perder el tiempo.
Porque lo importante es hablar de su motor, de ese bloque de
tres cilindros y 1.618 cc que cuenta con la homologación R5 del WRC. Entrega
una potencia de 261 CV a 6.500 rpm y ofrece un par máximo de 360 Nm a partir de
las 3.000 vueltas. Un rendimiento que se gestiona mediante la comentada caja de
cambios manual de seis relaciones y la tracción total GR-Four para conseguir un
0 a 100 km/h de 5,5 segundos y una velocidad máxima de 230 km/h.
No obstante, más allá de las prestaciones el que conduce
este GR Yaris se enamora de las sensaciones que transmite y, sobre todo, de la
efectividad de la tracción total. Un sistema que permite al vehículo variar el
rango de par entre ambos ejes pudiendo pasar de un 100:0 o un 0:100 a un 60:40,
30:70 e incluso un 50:50 si activamos el modo Track específico para
trazados. Un sistema de tracción que
suma algo de peso al conjunto pero para ello los ingenieros japoneses han
empleado materiales livianos como el aluminio o la fibra de carbono. Con todo el
peso total en vacío se queda en 1.280 kg.
Para aquellos inconformistas, el GR Yaris está
igualmente disponible con el denominado Circuit Pack que incrementa todavía más
las prestaciones del coche. Cuesta unos 5.000 euros e incorpora diferenciales
Torsen para los ejes delantero y trasero, suspensiones GR configurado para
circuito, llantas de aleación forjadas en medida de 18”, neumáticos Michelin
Pilot Sport 4S y pinzas de freno en rojo.
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Nunca antes en la historia había existido un MINI tan
radical como este GP. No en vano, es el MINI más potente que se ha fabricado
jamás. Así lo atestiguan los 306 CV de potencia que declara su 2.0 TwinPower
Turbo de cuatro cilindros, los mismos que acompaña de un par máximo de 450 Nm y
que consigue gracias a la implantación de un turbocompresor más grande. Con todo
y gestionado mediante una caja de cambios automática de ocho relaciones o la
tracción total, acelera de 0 a 100 km/h en tan solo 5,2 segundos y alcanza una
velocidad punta de 265 km/h.
Pero lo sorprendente de este coche no es lo que corre en
recta, sino cómo va en carretera revirada. Porque para sentirte como Paddy Hopkirk
o Timo Mäkinen en el Rally de Montecarlo, los ingenieros británicos han modificado
el chasis montando amortiguadores y muelles más firmes, barras estabilizadoras
de nueva factura o realizando cambios en los rodamientos de las ruedas. También
se ha reforzado la rigidez gracias a la barra transversal que se sitúa en la
parte trasera y que suprime los asientos de dicha zona porque sí, este MINI JCW
GP es un biplaza. Igualmente equipa unos frenos más potentes, con discos
delanteros de 360 mm y pinzas de cuatro pistones mientras que las llantas que
les dejan entrever son de aluminio forjado y tienen 18 pulgadas. Se montan
además sobre neumáticos Hankkok Ventus S1 Evo Z.
En el apartado estético lo más llamativo es la
colocación de un gigantesco alerón sobre el portón que aporta su importante
carga aerodinámica. Del mismo modo se han ensanchado los pasos de rueda
colocando apéndices aerodinámicos mientras que el fondo es completamente plano.
En la zona delantera se coloca también un splitter para mejorar el paso del aire
y algunas de las zonas están construidas con fibra de carbono para conseguir
una excelente relación peso/potencia. La pega, que solo se realizaron 3.000
unidades para todo el mundo.